Han pasado casi cinco años desde el momento en que te conocí. Yo iba esa tarde con el cielo azul, el viento soplando, música en los oídos y los árboles arriba. Caminaba con la ilusión de algo inesperado y de una oportunidad que no sabía si se daría. Recuerdo exactamente una imagen, exactamente una foto, exactamente un árbol, exactamente la ubicación, iba con los sentimientos puestos y abiertos e ilusión.
Siempre quise hacer esto, porque creo que lo mereces, porque creo que me tienes y porque es distinto, pero nunca sabía como hacerlo y no por falta de pensamientos, de emociones, no, al contrario, estoy tan lleno de eso que me costaba mucho ponerlo en palabras.
Al principio no podía sostenerte la mirada, no podía hablar mucho, me había ilusionado con una foto, luego con varias, después con las palabras, la mirada, la sonrisa y la alegría.
-Tengo ganas de llorar-
Pero antes de la mirada, estuvo el abrazo, ese que me llenó tanto que nunca he querido sentirlo de nadie más, porque lo tengo aquí, lo tengo presente, lo tengo en la mente y lo siento cada vez que vuelvo a verte.
-Tengo muchas más ganas de llorar-
La sonrisa fue otra cosa, apenas había un destello en la imagen que me permitía saber que eras tú y es que no existe nadie en el mundo con la sonrisa más bonita, aunque en ese momento no lo sabía. Y antes de verla de frente estuvo la voz. La voz. Era como si todas las palabras formaran un conjunto entre vergüenza que era timidez, pero también valentía y después de la primera palabra me sentí congelado y feliz. Yo no había tenido ese coraje de hablar, de llamar la primera vez.
-Escribí el final antes de terminar-
-Los ojos están aguados, estoy volviendo a sentir esa misma ilusión y no es que la haya dejado de sentir, es que tengo ganas de verte-
Pasaron platos, lámparas y miradas que no se sostenían, con la vergüenza y la timidez que daba el tener una primera cita con alguien que no esperaba y sin noción de todo lo que vendría después.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, tantas cosas, momentos, viajes, imágenes, lágrimas, recuerdos, todo que está enteramente grabado en mi memoria, incluso esas cosas que a veces no recuerdo y de las que te burlas.
Hemos crecido, engordado, sonreido, arreglado, soñado, todo esto. Te he escrito de muchas cosas, de cómo te siento, de cómo me siento, de las sensaciones, del tiempo, de lo que hemos recorrido y de todo lo que nos falta por ser y por hacer, de las cosas que cada uno quiere y de como conseguirlo y estar juntos. Hemos hecho un tiempo en el que no llevo los días, pero sí los recuerdos.
Hemos tenido temores, angustias, risas, momentos en que no hablamos, en que solo nos tenemos al lado y ya. También otros en los que somos uno, en que nos parecemos, en que nos burlamos, en que nos decimos y en que nos diferenciamos, y en el fondo de todo seguimos ahí.
Yo no puedo pedir que seas perfecto, yo tampoco puedo serlo porque entonces todo sería aburrido. Yo pido que cada día crezcamos y encontremos como cada cambio nos hace sentirnos cercanos y nos permite ver otra forma de conocernos.
No somos iguales, pero sí similares. Cada uno con sus preocupaciones y sus modos que no siempre entendemos.
Siento que entré a un mundo distinto y que estaba tan fuera de mi alcance que cuando llegué no sabía que hacer y fue ahí que me di cuenta que no necesitaba saberlo, que ahí estariamos ambos para hacer uno nuevo. Para vernos y para tenernos, para repetirnos, para rehacerlo.
Me cuesta saber cómo enlazar las ideas para terminar de escribir, pero no para decirte de frente lo que siento, he ganado eso, he aprendido, y mantenernos ha sido esto, encontrar el modo en que podemos juntar lo que nos ha hecho seguir y descubrir todo lo que queremos estar haciendo.
-Te amo mi cielo-
Esa tarde del cielo azul era todo, lo es todo; el cielo eres tú y ese se ha mantenido azul y brillante aún en los días frios, de cobijas y de estar en los brazos.
La mejor cita del mundo ha sido a tu lado y la mejor cita que quiero siempre eres tú.