2003-2004

Comíamos muchos pinchos de pollo y nuggets, eran ricos al principio, después se hicieron insoportables. Tal vez fue más porque los últimos ya iban quedando quemados y les perdía el gusto, creo que en ese momento no sabía de toda la mezcla de la que estaban hechos.

El piso era gris, era como de una emulsión mal hecha, que había quedado mal sentada y además estaba empezando a cuartearse. Meses después ya estaba muy cuarteada y quedaba polvo arenoso entre las suelas de los zapatos.

Los cuartos eran largos, dos unidos por una división de marco y una puerta, ventanas hacia un corredor que a la terraza tenía un techo triangular de vidrio, que estaba sucio y descuidado, pero que podría haber estado limpio, y hacia el patio,que tenía un baño descuidado y en el que a veces colgábamos ropa que no se colgaba en la terraza.

Acompañaba un chifonier que era más un closet y que hasta hoy está. Ha pasado por cinco casas, como nosotros, como yo. Ahora está en buen estado aunque le falta la tapa de atrás y se tambalea. Encima tenía un televisor Crown, una caja negra de color que vio la llegada del dvd entendido como equipo reproductor de los discos que sí se llamaban dvds. Pasó también por la humedad, pero insisto, ahora está en buen estado.

La casa que está que se cae decían mis compañeros. Algunos de los pocos, tal vez tres o cuatro que sabían donde vivía. No es que estuviera que se cayera, es que no había plata para arreglarla, ni siquiera era nuestra. El piso del garaje estaba cuarteado, pero era bonito, unas baldosas como florales.

Un día uno de mis compañeros, en su burla, en su risa, que en muchas ocasiones también era la mía, en su retraso, en su condición, no sé, me entregó un regalo. Para Lulú decía en la tarjeta y el papel de regalo, venía un brasier y unos calzones que no recuerdo, llenos de pintalabios para no decir labial. No entendí que haría con eso entonces se fue entre las tejas.

En el baño blanco que quedaba frente a la cocina y que alguna vez tuvo en frente un comedor, me golpeé muy fuerte con la llave de la ducha. Siempre gastamos toda el agua caliente, pero creíamos que no. También bajé la tela del prepucio y descubrí la masturbación.

Había gelatina en una taza grande que parecia de peltre blanco y tenía borde negro. No tuvimos estufa, o creo que usabamos la nuestra, pero de lo que estoy seguro es que no teníamos nevera. El espacio era prestado, arrendado sin pago, excepto los servicios y el mercado.

Salíamos a almorzar los fines de semana, cerca de la casa o en otros lugares que no recuerdo. Tal vez centros comerciales. Mis papás recibían arriendo de la casa que teníamos, pero de la que nos fuimos. La mandaron pintar de lila porque la señora la quería de ese color, yo odiaba las paredes de esa casa que además de tener ese horrendo color la había oscurecido, incluso habían convertido la sala en un taller de costura. Yo siempre quise tener una casa con paredes lisas.

No recuerdo más.

La historia anterior son fragmentos de mi vida junto con mi familia en casa de mis tios durante dos años, no recuerdo bien en que momento nos cambiamos a la otra casa, pero fue en el 2005. Ese año tuve una caída fuerte y estuve varios días en la clínica. Por esos años mi gusto por la música pop en inglés se hizo más fuerte.

Tampoco me gustaba la otra casa en la que vivímos, aunque mi cuarto era una especie de bunker, tenía suficiente luz, pero siempre era abierto, con una puerta horrible de metal que no cerraba y que abría de adentro hacia afuera, en un color verde horrendo y lleno de pequeñas ventanas, un closet inmenso y feo, y ladrillo pintado, pero eso es historia para otro día. También odiaba el piso, tablones grises mal sentados, desastrosos para caminar.

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